El comercio mundial de bienes es hoy en día un potente canal de conocimiento de naturalezas lejanas. Entre las mercancías viajan organismos vivos o restos orgánicos que, procedentes de otros países, llegan a destinos inesperados.
El auge del turismo facilita la compra y transporte de animales y plantas de países ricos en naturaleza. El coleccionismo de insectos, de cactus... es otra forma de descubrir la diversidad natural. La frontera entre curiosidad útil y destrucción banal llega a ser casi imperceptible.